lunes, 13 de febrero de 2012

Olmo

Hace unos cuatro años, en uno de los momentos más melancólicos de mi vida, compuse una canción de desamor al piano. No tenía claro lo que quería que dijera. Solo sabía que era el resultado del conjunto de emociones encontradas en mi cuerpo. Era únicamente música, una rola compuesta en la menor: la clásica “intro, verso, puente, coro, verso, coro”.
Visité a mi amigo Jair (un pianista de clóset porque lo que “le deja” es ser instructor de Pilates) para que me diera su opinión. Me recomendó que el la disminuido entrara en contratiempo y así el resultado sería una canción muy cautivante.
Se la dediqué a Pixel. La grabé en un disco y se la dejé en el parabrisas de su coche. Nunca supe cuál fue su sentimiento al encontrarla y escucharla. Tal vez nunca la escuchó, tal vez el viene-viene se la robó y nunca supo de su existencia. Tal vez usa el CD de porta vasos…
Al mismo tiempo que todo ese manojo de sentimientos me mangoneaba, leía Rayuela, uno de mis libros favoritos. Recuerdo estar en una banqueta leyendo el capítulo 92 con un llanto imparable. Leerlo me hacía entender mi situación. Era inevitable sentirme identificada con la Maga o con cualquiera de las circunstancias presentadas en ese libro. Parecía que lo habían escrito para mí. Cortázar me lo había mandado para salir de mi depresión. Y entonces, inspirada en el capítulo 92 de Rayuela, surgió la letra.
En casa de Sofía todo tomó forma. Ella contribuyó con algunas frases como “Y camino de lado a lado” o “Donde no hay ningún gato gris” (ella es muy fan de los gatos). Estuvimos el día entero trabajando en la letra. Por fin la rola estaba lista para ser presentada a la sociedad. Al terminar fuimos a echar unas chelas al Río de la Plata y conocimos a unos muchachos con nombres extraños. Uno de ellos se llamaba Olmo. Se nos hizo chistoso y entonces así titulamos la canción.
Se la mostramos a Cachi, Danyx y Daniel. Les pareció que podía ser un buen sencillo, le hicieron arreglos y finalmente la grabamos en un estudio. Hoy, después de años de trabajo, “Olmo” suena en la radio. La gente nos escribe para decirnos que se identifica.
Nuestros papás nos mandan mensajes cada que la oyen.

1 comentario:

  1. ¿Qué puedo decir? Yo también soy fan de Cortázar y de Rayuela. Y se nota que usted lee. Se nota en su escritura. Esto debería dar esperanza a todos los demás compañeros de ambos grupos. ¡Felicidades!

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